La lactosa oculta para los intolerantes y alérgicos a la misma representa un peligro real. Se sabe que entre el 30% y el 50% de la población española la sufre, según los datos de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD).
Pero, ¿sabemos realmente lo que es la lactosa? Se trata de un azúcar que está presente en todas las leches de los mamíferos. Pero no se puede hablar de ella sin entender lo que es la lactasa, es decir, una enzima producida en el intestino delgado, la cual permite la correcta absorción de la lactosa. Cuando hay déficit de esta enzima, se da una mala absorción de la lactosa, lo que puede provocar diarrea, dolor abdominal, hinchazón, náuseas y vómitos, los síntomas más frecuentes de la intolerancia a la lactosa. Sin embargo, algunos sñintomas pueden coincidir con los de la enfermedad de crohn o la colitis ulcerosa.
Pedro Mora, jefe del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario La Paz de Madrid, nos habla sobre la intolerancia a la lactosa y su adiagnóstico: “debido a que sus síntomas son comunes a otras enfermedades digestivas y se manifiestan de forma muy variable dependiendo de cada individuo, está infradiagnosticada o erróneamente diagnosticada, por lo que es fundamental concienciar sobre la importancia de un correcto diagnóstico”.
Para diagnosticarla, se suele hacer un test de hidrógeno en el aliento, aunque hay otros métodos, como un test sanguíneo, la biopsia del intestino delgado o el test genético.
Eso sí, es muy importante diagnosticarla, por lo que no se deben dejar pasar por alto los síntomas. Según afirma el doctor Mora: “En casos severos o totales de intolerancia, si no se detecta precozmente y se diagnostica correctamente, los problemas digestivos que provoca pueden dañar la mucosa y la flora intestinal y, a largo plazo, alterar la permeabilidad intestinal, lo que a su vez puede derivar en problemas de tipo alérgico o inflamatorio, así como en estados carenciales de nutrientes esenciales para nuestro organismo”.
Debemos tener en cuenta que no todo el mundo lo sufre de la misma manera, varía dependiendo de la cantidad ingerida y de la tolerancia de la persona.
La doctora Ascensión Marcos, portavoz de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (Fesnad), afirma que “en caso de que un alimento lleve incluida la lactosa debería ser obligatorio que figurara en la etiqueta del producto. Si una empresa no cumple esta información debería ser sancionada, ya que puede causar graves molestias en el paciente que sufre intolerancia a la lactosa”.
Oriol Sans, presidente de Adilac (Asociación de Intolerantes a la lactosa de España), nos alerta de que cualquier producto que en su estado natural aparentemente no tenga lactosa, puede contenerla debido a los aditivos añadidos. Es por eso, que recomienda: “leer siempre con atención la etiqueta de los ingredientes y preguntar al fabricante ante cualquier duda”. Es más, afirma que “Cuanto más elaborado sea un producto más posibilidades tiene de contener la temida ‘‘lactosa oculta’’.
Pero, ¿dónde podemos encontrar la lactosa? En realidad, en un sinfín de productos como embutidos, bollería, cereales, chocolates, golosinas, cremas, salsas, conservas, panes, harinas, pastas, arroces, postres, platos precocinados, y así un largo etcétera. Pero no sólo eso, los medicamentos, suplementos vitamínicos e incluso la pasta de dientes, pueden contener este azúcar.
No sólo eso, además se utilizan derivados de la lactosa como edulcorante bajo en calorías para caramelos, chicles sin azúcar, galletas, helados, alimentos bajos en calorías y laxantes, o en el proceso de elaboración de bebidas destiladas alcohólicas.
Normalmente, las personas intolerantes a la lactosa, responden correctamente cuando no la toman. Sin embargo, una dieta sin este azúcar puede provocar insuficiencia de calcio, vitamina D, Vitamina A y proteínas, lo que se puede traducir en un futuro en osteoporosis.
Sin embargo, existen otras fuentes de calcio importantes como espinacas, acelgas, cebolla, brócoli, huevo, sardinas, salmón, besugo, gambas, almejas y mejillones, judías y garbanzos o frutos secos, entre otros.
No obstante, es bueno recordar que los yogures y quesos curados los suelen asimilar mejor los intolerantes a la lactosa, debido a la fermentación.